El internamiento en campos de detención de japoneses y japoneses americanos en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial

En el presente artículo se expone el trabajo de investigación sobre el internamiento en campos de detención de japoneses y japoneses americanos en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Alejandro Zamora
7 min readNov 3, 2020
Eliot Elisofon/The LIFE Picture Collection/Getty Images

A continuación se expondrán los antecedentes referentes a La Orden Ejecutiva 9066 emitida en 1942. Esta llevaba como nombre La Orden Ejecutiva 9066 y fue aprobada por el presidente Franklin D. Roosevelt, la cual en su decreto buscaba obligar a evacuar y reubicar a los japoneses residentes en Estados Unidos. Como resultado de la desesperación por reubicar a los japoneses en otros estados donde admitieran inmigrantes y, estos estados se opusieran a dichos acuerdos, el gobierno tomó la decisión de crear campos de concentración, estos ubicados en Arkansas y en el occidente de Estados Unidos.

La cantidad de japoneses en el país norteamericano eran 120.000, aproximadamente. Uno de los centros más importantes, fue el de Manzanar en California, el cual almacenó una importante cantidad de residentes japoneses. De todos los japoneses que fueron obligados a ser reubicados a los centros de concentración, 30.000 murieron en estos centros. La base de esta orden fue un acto vengativo por el ataque por parte de Japón a la base militar estadounidense, Pearl Harbour, el cual ocurrió un 7 de diciembre de 1941. Díaz Yelo, I. (2015).

“Los japos viven como ratas, se crían como ratas y actúan como ratas. Aquí no los queremos”, fueron las declaraciones de Chase Clark, gobernador de Idaho. Este hecho histórico, en la actualidad pasa una vergonzosa y cara factura a los Estados Unidos, debido que, este acontecimiento marcó una la línea de un discurso racial, el cual fue capaz de convencer a un gran porcentaje de los estadounidenses.

Las justificaciones dadas para ordenar el confinamiento de los japoneses y los japoneses americanos tienen como principales motivos, un acto reactivo del ataque a la base militar estadounidense, Pearl Harbour y es que, según el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, eran momentos de mucha tensión para Estados Unidos, ya habían perdido una de sus bases militares más importantes y no sabían cuál sería el próximo movimiento japones y que tan caro les podía costar. La situación para los residentes japoneses empeoraba conforme el paso de los meses, desde la firma de orden, incluso el presidente Roosevelt empeoraba su percepción referente a posibles espías provenientes de países enemigos de la guerra.

Asimismo, parte de las directrices durante el confinamiento de los nipones, fue allanar las casas de los residentes japoneses, con el objetivo de encontrar cámaras y armas, que pusieran en peligro la seguridad de la nación. El resultado de todas estas búsquedas y allanamientos, los cuales no tenían una orden legal para poder efectuarlas, el FBI reportó que no se encontraron cámaras o armas que fueran utilizadas para realizar espionaje.

Los derechos fundamentales de los japoneses residentes en Estados Unidos fueron totalmente aplastados por esta orden. Los japoneses que contaban con una vivienda propia, cuando fueron trasladados a los campos de concentración, eran vendidas por solo una pequeña parte de lo que valían realmente. Los nipones únicamente fueron avisados de que preparara algunas pertenencias para partir, sin ninguna información extra referente hacia donde se dirigía y cuál sería su destino. (Stone, O. K)

Un abuso a la propiedad privada fue la que vivieron los japoneses durante el periodo de confinamiento, ya que muchos de ellos optaron por guardar sus pertenencias más preciadas en almacenes, estos mismos pronto fueron vandalizados y robados. La mayoría de los japoneses perdieron todo lo que tenían y sin derecho a reclamar absolutamente nada.

Una vez reubicados los japoneses, los primeros derechos fueron arrebatados fueron los escolares y laborales, en donde los jóvenes japoneses no tuvieron acceso a una educación digna y mucho menos de calidad. Las supuestas aulas carecían de agua y electricidad. Como resultado de que la administración de los centros estaba bajo guardias y militares, no se seguían planes de estudio. Por otro lado, los trabajadores no tenían acceso a un salario digno y en la mayoría las condiciones laborales eran paupérrimas.

Children of the Weill public school, from the so-called international settlement, are shown in a flag pledge ceremony in April of 1942. Those of Japanese ancestry were soon moved to War Relocation Authority centers. Buyenlarge/Getty Images.

Y es que las condiciones en las que se encontraban los centros de detención eran pésimas, las casas en donde habitaban las familias japonesas se encontraban en estado deplorable. Como resultado del poco espacio y la gran cantidad de japoneses que fueron reubicados, muchas de las familias que fueron reubicadas en estos centros, tenía que compartir las viviendas que se habían puesto a disposición para los residentes nipones.

Los campos de concentración se encontraban totalmente aislados con alambres de espinas y contaban con vigilancias a toda hora por guardias armados y dispuestos a aniquilar a todo aquel que intentara escaparse del centro de retención. La desesperación gobernaba a los residentes que llegaban a los centros de concentración, muchos de ellos no sabían que pasaría con sus tierras, sus pertenencias e incluso, muchos no sabían que pasaría con sus familiares. Eran obligados a seguir las reglas de centro, sin excepción y eran constantemente amenazados y humillados por los encargados de los centros. En los centros de concentración constantemente faltaba el agua, la electricidad y las escuelas también se encontraban en estas pésimas condiciones. País, E. (2017, 21 febrero).

Dentro de los campos de concentración existían trabajos para los adultos japoneses, estos tenían un salario mínimo y podían adquirir productos por catálogo. En la mayoría de las ocasiones la economía de las familias que residían en estos centros, solo les permitía adquirir parte de la canasta básica. Esto representaba una verdadera injusticia, en donde muchas de estas familias japonesas tenían hijos en edades muy tempranas las cuales debían de tener una correcta alimentación y por efectos del confinamiento obligatorio en estos campos, no podían acceder a estos productos.

Los trabajos eran terriblemente pesados, en su mayoría eran trabajos en campo y tenían que enfrentarse al fuerte sol de California y Arizona, en un pantanoso Arkansas y en el frio de Wyoming, Utah y Idaho. Los hombres y las mujeres que enfrentaban estas terribles condiciones laborales debían afrontar que sus pagos eran mínimos y no podían asistir a un consejo de trabajo que les ayudara. Muchos de los japoneses decaían bajo el sol o el frío mientras cumplían con sus labores para poder llevar comida a sus familias. Stone, O. K. (2015).

Los campos de concetración no solo se llevaron a cabo en el país norteamericano. Países aliados a Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial le declararon la guerra a Japón posteriormente al ataque japonés a Pearl Harbor. Costa Rica, por ejemplo, autorizó a las agencias policiales y de inteligencia, realizar investigaciones a ciudadanos alemanes, italianos y japoneses residentes en el país. Estos residentes recibieron un persiguimiento prolongado y también se registran la creación de campos especializados en albergar a japoneses que residían en este país. De una u otra forma, La Orden Ejecutiva 9066 tuvo un efecto internacional.

De hecho, el Gobierno de Costa Rica le declara la guerra a Japón un 8 de diciembre, tan solo un día después del bombardeo a Pearl Harbour, como un actor de solidaridad ante el gobierno de los Estados Unidos y de las distintas conferencias panamericanas. El 11 de diciembre, Costa Rica también le declara la guerra a Alemania e Italia. Inmediatamente, el gobierno costarricense empezó la construcción de un campos de concentración en la San José, con el objetivo de internar alrededor de 400 hombres, los cuales fueran de ascendencia japonesa, alemana e italiana o a quienes tuviesen negocios o estudios en Alemania. Peters, G. (2019, 28 septiembre).

Esta Lista Negra se publicó el 28 de junio de 1942 en el periódico La Tribuna. Imagen: Cortesía de Gertrud Peters.

Las alianzas internacionales durante la Segunda Guerra Mundial, provocaron que miles de personas alrededor de todo el mundo fueran acusados de actos en los cuales eran inocentes, internados en campos de concentración, perdieran todo lo que tenías, desde propiedades hasta negocios. Naciones que no participaban del conflicto pero si mantenían alianzas con los participantes, se veían en la obligación de inrrumpir en los derechos de sus ciudadanos provenientes de países en conflicto.

Podemos concluir que la aprobación de La Orden Ejecutiva 9066 es uno de los hechos más vergonzosos que han marcado a Estados Unidos en toda su historia. Incluso, poco tiempo después de que se le solicitara al presidente Roosevelt que disolución de los campos de concentración, este aplazo la moción debido que pensaba en una reelección. La violación de derechos humanos, la falta de fundamento legal y las acciones que costaron vidas humanas inocentes, remarcan en una etapa de pésimas decisiones por parte de la administración del país norteamericano.

Bibliografía.

Díaz Yelo, I. (2015). Japoneses en América: Exclusión e internamiento en campos de concentración.

M.P.V. (2020, 21 febrero). El secreto que avergonzó a EEUU en la Segunda Guerra Mundial: 78 años de sus campos de concentración. abc. Recuperado de https://www.abc.es

País, E. (2017, 21 febrero). 75 años de los campos de concentración en EE UU. EL PAÍS. Recuperado de https://elpais.com

Stone, O. K. (2015). La historia silenciada de Estados Unidos: Una visión crítica de la política norteamericana del último siglo (1a ed., 1a imp. ed.)

Peters, G. (2019, 28 septiembre). La Lehmann no fue la única… Las historias de los edificios que perdieron los alemanes en Costa Rica. La Nación. Recuperado de https://www.nacion.com

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Written by Alejandro Zamora

CEO and Founder at Neural Coders. Computer scientist specialized in scientific computation and cybersecurity.

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